Fragmento del cuento «Ojos que no ven» (2021)
Con solo levantar una mano se preocupaban de saludar, con monosílabos cantados, a cualquier persona que pasara sin importar que fuera conocida, o no. Y cuando las aves buscaban sus nidos porque la tarde caía —y los viejos sentían que sus pieles necesitaban abrigo— se despedían de manera cordial. Se citaban al día siguiente y a la misma hora, para decirse entre ellos mismos que, en sus tiempos, sus presidentes sí hubieran arreglado el país sin permitir que llegara al mierdero en que estaba metido.