Fragmento del cuento «Cita a ciegas» (2021)
Después de valerse de su soledad y de preguntárselo tres veces a su gato, ella había aprovechado sus vacaciones para entrar a una aplicación digital donde conocería a personas de todo el mundo, pero no por medio de chats o redes sociales tradicionales, sino a través de misivas físicas, conforme a la vida soñadora que la había acompañado desde su adolescencia. A ella le parecía encantador tener que ir cada semana al buzón, afuera de su casa, para recibir una carta de alguien que se había esforzado por escribirla con su puño y letra. Se inscribió con sus datos básicos y sin poner ninguna fotografía, no solo porque quería ser precavida en su seguridad, sino porque su autoestima había estado ausente durante mucho tiempo.